Hacer la Armonía y Melodía de una Canción

Cuando nos ponemos a estudiar armonía, se nos abre un mundo nuevo, y las melodías también ganan mucho con ello. Pero, poner estos conocimientos teóricos al servicio de una canción, es otro asunto.

Hoy te enseñaré a definir qué recursos utilizar para una canción, tal que al hacer la armonía y melodía de una canción, estas estén al servicio de la pieza musical y no sean un mero capricho.

En el video anterior hablamos de la planificación, en la que definíamos algunas ideas base sobre las cuales trabajaremos más adelante, y hoy nos toca hablar de cómo hacer la armonía y la melodía, y que estas estén en sintonía con este mensaje o idea principal de la canción.

Qué haremos hoy

Antes que todo, te cuento cómo trabajaremos la clase de hoy:

  1. Primero hablaremos de la idea y por qué es necesario poner énfasis en ella antes de tomar cualquier decisión.
  2. Luego, veremos qué parámetros tengo en la armonía, para tomar decisiones y lograr expresar mensajes específicos con ella.
  3. Seguiremos con la melodía, definiendo su anatomía y qué posibilidades expresivas me entrega.
  4. Al final veremos algunos ejemplos prácticos.

Parte 1 – Poniendo énfasis en la idea, antes de hacer la Armonía y Melodía

Por qué poner la armonía al servicio de la idea

Como vimos la semana pasada, uno de los pilares de este método para crear una canción es el del mensaje o la idea global. Si tenemos medianamente definida esta idea, será más fácil buscar elementos técnicos que me aporten en esa dirección.

Como sabemos, la armonía es un medio expresivo, un recurso o una herramienta, más que un fin en si mismo. Aún así, a veces se nos olvida, en especial cuando nos empezamos a meter más, y creemos que lo único que hay es armonía.

Esto es especialmente real cuando hablamos de un formato canción, donde nuestra forma tiende a ser relativamente simple y no soporta desarrollos demasiado complejos… así que ojo ahí: hacer la armonía a partir de la idea, y al servicio de la misma, nos ahorrará mucha frustración.

¿Hacer primero la armonía o la melodía?

Segunda discusión: ¿hago primero la armonía o la melodía?

Aquí hay varias visiones.

Yo diría que son ambas muy factibles, y depende de la persona y de la canción.

Pero de algo que si estoy seguro, es de que los principiantes generalmente obtienen mejores resultados al comenzar desde la armonía, ya que les entrega un marco más estable sobre el cual construir.

Es indudable que la melodía, hoy en día, tiene un fuerte componente armónico en su estructura, y es esencial desarrollar esto a nivel intuitivo.

Por eso es que en el libro (que te puedes descargar aquí abajo), lo tomo desde ahí: desde la armonía primero.


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¿Qué posibilidades tengo?

Ahora, una buena práctica en música es hacer un escaneo rápido de las posibilidades que tengo: ¿cuales son mis herramientas a nivel armónico y melódico? ¿Qué se hacer? ¿qué me sale bien, o qué me sale mal?

Por ejemplo, las melodías vocales tienen ciertas limitaciones que en un instrumento no están. O tal vez estoy comenzando y se me hace complejo tocar algunos acordes. O, quizás, tengo mucho más destreza y manejo algunos recursos como tríadas abiertas e inversiones, y están dentro del catálogo de posibilidades armónicas. El registro de la voz que cante también es una posibilidad – o un límite, como veiamos la semana pasada.

Imaginar

Por último, hago énfasis en esto:

Una vez que conozco mis posibilidades, no está de más imaginar. Sentarme en silencio, en calma, e imaginar la música que viene a mi mente. De esta manera evito ser tan impulsivo y tocar lo que toco siempre, y estaré poniendo los recursos técnicos al servicio de la idea.

Así, al hacer la armonía y melodía de mi música, ya tendré una imágen más clara.

Parte 2 – Anatomía de la Armonía (o qué parámetros tengo)

Color

Ya hablamos un poco de esto la semana pasada: la escala o tonalidad que escogemos. Sabemos que las tonalidades menores tienden a lo introspectivo, mientras que las mayores más hacia lo extrovertido.

Ahora, si trabajo un menor “modal”, más eólico, voy a tener sensaciones armónicas muy suaves, mientras que un menor con dominantes, más funcional, me va a entregar mayor dramatismo.

Si me voy por otras escalas, como las escalas modales, voy a obtener toda una gama de colores de brillante a opaco que me pueden servir, y si manejas el intercambio modal, puedes moverte muchísimo entre esos colores.

Ritmo armónico

Uno de los parámetros que más determinan el contenido de la armonía es el concepto de ritmo armónico. Este se refiere a la duración de cada acorde en la duración, cuantos tiempos dura cada uno y con qué velocidad se suceden. El ritmo armónico puede ser muy estable y periódico, como es habitual, o bien más asimétrico, o tal vez muy ágil en alguna parte.

Entonces, si lo que quiero expresar es algo pausado y tranquilo, al hacer mi armonía, mis acordes probablemente duren más. Si quiero expresar un movimiento más usual o elevar la temperatura, puede que sea útil, en esa sección pasar por una armonía en sucesión rápida.

Un caso especial son los riffs, que pueden desplegar una gran energía pero no necesariamente tienen contenido armónico. Y ahí es donde, todo lo que se diga respecto a qué produce cada parámetro, debe ser tomado con pinzas.

Funciones tonales

Otro concepto clave es el de funciones tonales, tónica, subdominante y dominante.

Como sabemos, cada una de estas funciones genera algo específico en el oyente, siendo la tónica una sensación más de reposo, y el dominante la función con mayor tensión o empuje.

Esto es bastante relativo en música moderna, pero es un buen principio.

Así, puedo aprovecharme de eso y utilizar, para generar una sensación armónica suave y relajada, solo funciones de tónica y subdominante, y así generar un movimiento armónico muy tranquilo.

Ahora, si tengo una tonalidad menor, con dominantes e inclusive sumo algunos dominantes secundarios, voy a tener indudablemente una tensión y un dramatismo mayor. Si a esto le sumo un ritmo armónico ágil, ya tengo algo bien determinado.

Con qué acorde comienza cada vuelta

Un concepto sencillo pero clave, es que cada 4 compases el oído “espera que pase algo”. Entonces, el 5 compás es clave.

Si yo comienzo mi sección con un acorde de función tónica, estoy partiendo desde la estabilidad.

En cambio, si comienzo mi sección con una función de subdominante, ya tengo otra sensación.

En el caso del libro, la estrofa comienza con un IVm grado en menor, de función subdominante, y genera un efecto bastante especial.

Disposición

Además, puedo definir la disposición: esta puede ser más cerrada o más abierta, duplicar más o menos notas, etc.

Lógicamente, esto influye en la sonoridad global al aprovechar distintos registros de cada instrumento. Es lo que llamamos el “voicing”.

Todos estos parámetros los puedo variar de sección en sección para generar contrastes, lo que es una tremenda ventaja para definir una estructura clara, como veremos al final del video.

Parte 3 – Anatomía de la melodía

Si bien la melodía se tiende a considerar como algo más abstracto, hay parámetros muy concretos en su estructura.

Cantidad y velocidad de las notas

Lo más básico en una melodía es cuantas notas dispone en cuanto tiempo. Puede ser muy ágil, o disponer principalmente notas largas, y esto va a definir mucho el carácter general.

Ten en cuenta que la voz necesita espacio para respirar, y por ello siempre es bueno ir dejando algún silencio.

También es posible hacer frases con notas largas que se conecten por notas más cortas, o bien tener frases muy rítmicas con una articulación bien marcada.

Inicio y final de frase

Una frase que comienza en tiempo fuerte tiene una sensación bastante distinta que una que comienza después del tiempo fuerte.

Además, existe el alzar, que es un inicio de frase antes del tiempo fuerte, y que también tiene un efecto muy claro: genera un impulso extra.

Por otro lado, si terminamos la frase en tiempo fuerte esta va a sonar muy resolutiva, en cambio los tiempos débiles al final de frase serán más abiertos. También puede ser un final de frase sincopado.

Hagamos un ejemplo con un inicio de frase anacrúsico, con alzar, y un final de frase cerrado, en tiempo fuerte:

Ahora, un inicio de frase acéfalo (después del tiempo fuerte), y con un final de frase en tiempo débil.

Los saltos y los movimientos conjuntos

Ya hemos hablado muchas veces de esto: cuando hay saltos, se genera un mayor impacto, y tienden a elevar la temperatura dramática. Los movimientos conjuntos aportan fluidez y continuidad.

Un equilibrio entre ambos es buena idea, por lo general.

Registro

Un elemento que nos sirve mucho para diferenciar secciones es trabajar en distintos registros o ámbitos. Así, podemos abrir un registro nuevo en la estrofa, o en una sección contrastante cerca del final, para evocar un clímax en la canción.

Cromatismo

Si bien es más avanzado, podemos añadir cromatismos a la línea melódica, que tengan una justificación más lineal que armónica. El contrario a esto es una línea más diatónica, apegada a la escala o tonalidad.

Todos estos elementos los podemos contrastar entre secciones, al igual que con la armonía.

Parte 4 – Ejemplos Prácticos

Ya conocemos los parámetros de cada ámbito, y sus posibilidades.

Ahora, me gustaría dar unos minutos para hacer un par de ejemplos.

Caso 1

  • Mi mensaje es más bien contemplativo, quiero explorar la reflexión en torno a la situación de la naturaleza a nivel mundial.
  • Podría utilizar un ritmo armónico bastante lento, tal vez asimétrico (algo como 3 compases de un acorde, y un compás con dos acordes, que le de cadencia y sensación de cierre), y mi línea melódica puede ser acéfala, que entre después, y de notas largas, bien etéreo. En la parte donde entran los 2 acordes, tal vez involucro algún cromatismo interesante.
  • Ahora, para una sección B que sea contrastante, tal vez utilizo inicios de frase en tiempo fuerte, un ritmo armónico más estable y periódico y con un compás por acorde, etc.

Caso 2

  • Supongamos que ahora mi idea global tiene que ver con un paisaje, una montaña en primavera, en todo su esplendor.
  • Probablemente escoja una tonalidad mayor (o algún modo mayor), y me funcionaría perfectamente un ritmo armónico más periódico de un acorde por compás. No me molestaría comenzar la progresión armónica con una función de tónica.
  • La melodía podría aprovechar de usar anacrusa, para generar ese impulso optimista, y tal vez darle un toque más sabrosón terminando las frases con síncopa.
  • Para contrastar, podría hacer una sección B en donde el ritmo armónico sea asimétrico, tal vez con una rítmica bien marcada que sume intensidad y exprese así el esplendor de la montaña y la claridad, y una armonía que comience en otra función tonal (subdominante) para contrastar y no generar el mismo ambiente a nivel armónico.

Final

Como ves, tenemos todo un mundo para explorar.

El concepto clave es imaginar: si imaginas la música, todos los elementos técnicos estarán a favor de la idea, de lo que la canción pide.

La próxima semana nos veremos para abordar la temática de la letra: algunas técnicas para fluir más con el texto, y cómo escribir esa letra en partitura.

Si te gustó lo que viste, te invito a compartirlo con tus amigos y colegas, y nos vemos en el siguiente Post.

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