Cuando reemplazamos un acorde por otro que tiene una función tonal distinta, el cambio es mucho más marcado: no solo estamos modificando el color si no también la dirección armónica del fragmento musical.
El principal desafío que presenta es mantener la claridad de la melodía y una dirección armónica consistente.
Cambios de función diatónicos
Muchas veces tenemos melodías que se pueden armonizar con distintas funciones tonales, en especial en la música moderna donde las séptimas son bien aceptadas auditivamente (sin previa preparación).
Por ejemplo, la mayoría de las melodías que funcionen bien sobre un acorde de tónica van a funcionar bien también sobre una función de subdominante (y no al revés). También pasa cuando tenemos melodías que se apoyan sobre la sensible: en primera instancia nos sugiere una función de dominante, pero es totalmente factible armonizarlo como una tónica con un Imaj7.
Una de las claves en este tipo de rearmonizaciones es mantener la claridad y dirección de la armonía, y no pensar los acordes como entes aislados ni buscar un resultado sofisticado de manera forzada.
Veamos una posible rearmonización utilizando esta técnica. El resultado es radicalmente distinto, como verás, y muchas veces es más adecuado para una repetición posterior del material o inclusive para derivar una nueva sección a partir de la misma melodía.

Fig. 2C-5. Melodía rearmonizada, cambiando la función tonal original.
En la figura 2C-5, puedes ver cómo arrancamos con una función de subdominante menor (pensando desde Dm), lo que cambia radicalmente la sensación de la melodía. Desde mi perspectiva, esta técnica es más adecuada para una repetición del material y no para una primera presentación (aunque el contexto lo define todo). Luego pasamos por acordes diatónicos en Re menor pero que presentan otras funciones tonales si comparamos con la versión original. El compás de 3/4 presenta sonoridades de menor melódica (el giro Em – A, y el ♭III[♯5]).
Como dato curioso, una de las únicas notas que me obliga a armonizar de una determinada manera es la sensible descendente: la cuarta en tonalidad mayor y la sexta menor en tonalidad menor. En ambos casos, excluye la armonización con una función de tónica (y no pasa lo mismo con la sensible tonal, como ya vimos). Me veré obligado a armonizar dichas notas con una función de subdominante o, eventualmente, de dominante.
Otro caso interesante es la nota tónica en la melodía: esta me impedirá armonizar con una función de dominante (a menos que utilice un acorde suspendido).
Por otro lado, si mi melodía ya incluye cromatismos (ya sea por el uso de dominantes secundarios o mixturas), lo más normal es que mantenga esas funciones y/o colores.
Mixturas
Muchas melodías se prestan para la rearmonización con mixturas modales.
Podríamos dividir estas rearmonizaciones en dos categorías: las que mezclan el modo mayor y el menor (ya sea de forma parcial o completa), y las que consisten en intercambio modal de otros modos como el mixolidio, el frigio o el dórico.
En este caso los puntos importantes son:
- No presentar demasiados colores distintos en un espacio de tiempo muy corto (un acorde frigio, uno mixolidio, uno lidio, etc.). Esto generalmente hace que el oído se confunda.
- Mientras más suave sea la conducción de voces (en especial si se mantienen notas comunes), más suave y natural se sentirá el cambio.
- Cuidar la línea de bajo y las inversiones para ayudar a mantener la dirección armónica. Las líneas de bajo cromáticas o en forma de escala (ascendente o descendente) son especialmente efectivas.
- Muchas veces la mejor opción es disponer la armonía original en los tiempos fuertes y las rearmonizaciones en los tiempos débiles (aunque muchas otras veces funciona bien lo contrario).
Veamos este concepto aplicado a nuestro ejemplo (2 soluciones distintas).

Fig. 2C-6. Melodía rearmonizada con mixturas.
En la figura 2C-6 la primera parte está pensada desde Re menor, y como tal el E♭ es un acorde proveniente de Re frigio. Luego el Fmaj7(♯5) es propio de la escala menor melódica o armónica, mientras que el C7sus da paso a la segunda repetición que está centrada en Fa mayor.
En esta segunda vuelta, aparece nuestra mixtura parcial mayor menor, B♭m(maj7), y el G/B que funciona como cadencia menor melódica junto al C♯° para volver a Re menor. El detalle final es que no resuelve hacia la tónica si no que hace una cadencia deceptiva, cayendo al ♭II frigio nuevamente (aunque, un compás más tarde, va a resolver hacia el Dm).
Dentro de todo lo que hemos visto hasta aquí, seguramente algunas técnicas te han llamado más la atención. Toma una melodía sencilla (recomiendo cualquier melodía pentáfona como esta ya que se prestan mucho para la rearmonización) y juega un poco con ella, aplicando las técnicas que más te han gustado.

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